Los contenidos en las redes
sociales, con mucho más prevalencia en nuestro país, donde el flujo de
información está coartado por los designios del régimen, son, cada vez más,
lugar de referencia y de propuesta para la generación de consciencia, para la
formación de criterios y para la obtención de datos funcionales para la vida y
el trabajo. Por útiles o inservibles; por serenos o tendenciosos; por objetivos
o esquinados, rechazándolos o
acogiéndolos, los contenidos del Twitter y de otras plataformas resultan
informativos, pues, además, desnudan la substancia y propósito de su emisor,
persona o institución. En fin de cuentas, es muy difícil engañar por Twitter si
su contenido no es, al mismo tiempo, una expresión de lo que objetivamente
ocurre.
Permítaseme aquí un inciso: mientras escribía el párrafo anterior, supe bruscamente de la muerte de
mi hermana. Aun esperándola, toda muerte es, al cabo, repentina y dolorosa.
Pero una cosa es dolorosa y otra es atroz. Mi hermana no murió como efecto
colateral de un apagón, pero sí lo hizo en la oscuridad de un hospital público,
después de indecibles esfuerzos de su familia para conseguir medicinas,
catéteres, y habiendo recibido del propio personal del centro de salud, sus
últimas exiguas raciones de alimentos en envases plásticos reciclados de
alguien que ya había consumido toda la margarina que esos potes alguna vez
contuvieron. El cuerpo vivo de mi hermana, no solo recibió el castigo de su
enfermedad. Una vez exánime y porque los ascensores del edificio no operaban,
porque camillas no había o su uso no era practicable, recibió además la
humillación póstuma de tener que ser cargado en brazos por su hijo, por
pasillos y escaleras atestados, hasta una morgue cuyo aspecto y olores ni
siquiera intentaré describir, por respeto a mi gente y a los que eventualmente
lean este lamento. Un retrato entre miles y miles más, que describe el horror
de una emergencia humanitaria compleja que la parsimonia multilateral tolera…transige…
Hasta aquí el inciso. Mientras
estas cuitas íntimas, personales nos agobian, a cada uno en su forma, a cada
uno en su escala, la anomia general del país sigue su progreso, ante la
negación de sus responsables que intentan que el espejismo sea la realidad y la
realidad el espejismo, haciendo uso avieso de las redes sociales.
Pero, como antes comentaba, no es nada fácil
engañar por Twitter, sobre todo cuando el entorno se empeña en desdecirnos.
Veamos un par de ejemplos del uso oficial que dan instituciones de Estado
responsables del sector pesquero, a sus respectivas cuentas:
¿Qué nos dice esta muestra
(absolutamente representativa) de tuits de los organismos del sector pesquero
venezolano? ¿Qué nos transmiten estos contenidos? ¿Corresponden a un ente
administrador de recursos o bienes públicos, o es más bien a una plataforma de
comercialización de pescado? …¿de mercadeo político? Veamos su perfil:
¿Nos informa de su real propósito
institucional, o solo se limita a decirnos (a restregarnos) que es una
organización socialista? ¿Tiene el socialismo algo que ver con los ciclos
biológicos y reproductivos de las especies objetivo de la pesca; con el manejo
ecosistémico de las pesquerías? Si la respuesta acaso pudiera ser sí, ¿la administración
socialista de los recursos pesqueros del país ha sido efectiva? ¿Dónde están
los números; los indicadores? ¿En la página web, donde deberían? No pierdan el
tiempo buscando. Allí solo hay fotos de tarantines de ventas de pescado y selfies de algunos funcionarios que
asumen que así, con la foto y el tarantín, ya su labor está cumplida.
Referir el carácter de estos
contenidos, es decir lo obvio. Su perfil institucional es una corroboración:
No hay más que explicar. Las
comparaciones, dicen, son odiosas… cierto, pero solo para aquel que sale
desfavorecido en el proceso, cuanto más si la arrogancia le impide ver que un parangón
es una manera de referenciarse; es una invitación a usar modelos ajenos eficientes
y adaptarlos a la propia circunstancia.
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