miércoles, 12 de octubre de 2022

Hoy, Día de La Raza...


 
Fotos: @ariana_agreda

No creo que haya día más universal que el de La Raza, pues todo el mundo tiene una y, para desilusión de los huesos, que bien podridos estén, del Conde de Gobineau (el del «Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas») la Ciencia y la vida han mostrado cuán profundamente equivocados han estado los que han pretendido estas diferencias y se han sentido superiores o todo lo contrario, basados en su ubicación en un gradiente infinito de colores de piel, entre otras insensateces.

Pero, hoy, el tema no va de las culpas de Colón por nuestras actuales desgracias. Lo que pasa es que un 12 de octubre, pero de 1959, se inauguró el Instituto Oceanográfico de Venezuela, adscrito a la Universidad de Oriente y he aprovechado, pues, esta fecha aniversario del IOV-UDO para compartir una reflexión que, estimo, debería ser también objeto de nuestras consideraciones en tanto que colegas dedicados a las Ciencias del Mar en Venezuela:

Admiro el coraje de muchos de ustedes por persistir en el ámbito profesional, «a pesar de»…, pero a veces siento que esta frase entrecomillada comporta el riesgo de la resignación, que no de la conformidad, a la que nos puede obligar el legítimo esfuerzo que debemos hacer para sobrellevar nuestras vidas personales y familiares, en medio de esta cruenta situación que, casi literalmente, ha aplastado a nuestras universidades y centros de investigación.

Los profesores y científicos siguen en funciones «a pesar de», y esto es exhibido por algunos funcionarios como prueba de lo viva que está la Ciencia en el país y como logros de una gestión que en la realidad es solo propaganda y/o ilusión.

A pesar de los productos académicos de muchos de los que conforman este gremio profesional, todos sabemos, sin embargo, que tales productos son mínimos e insuficientes para sustentar adecuadamente la gestión de los recursos vivos acuáticos y, en general, de los servicios ecosistémicos de los ambientes acuáticos... y, en fin de cuentas, para decir que en Venezuela estamos haciendo ciencia con estándares adecuados.

Hoy, el IOV debería estar celebrando con orgullo, y quizás lo debería estar haciendo en el marco de un evento científico internacional convocado en Cumaná, en su sede de Cerro Colorado -que ya no existe- y con conferencias magistrales en el auditorio de la universidad -que tampoco existe-. Pero nada de esto es posible porque la destrucción se ha abierto paso franco sobre las infraestructuras, y la humillación sobre la entidad que para la sociedad representa su profesorado se ha convertido en la norma.

Este escrito ya va estando muy largo, pero largos también han sido estos tiempos de oscuridad donde los presupuestos universitarios son menos que una burla.

Invito a mis colegas, más allá de sus funciones y/o pareceres ideológicos, a reclamar sistemáticamente lo que es básico y esencial para la operatividad de nuestras instituciones: un presupuesto digno. Mientras tanto, si hubiera voluntad,  se podría empezar con algo solventable  en el tiempo que dura estampar una firma en un papel: el regreso de la LOCTI en su concepción original, como vía para reanimar a los laboratorios y aulas y para generar la inercia necesaria para recuperar y, además de edificios; instrumental; logística de muestreo; etc., redimir también nuestro orgullo y dignidad de ciudadanos.  

Este día debería ser celebratorio. Mis disculpas, pues, por este texto sombrío, pero creo que la fecha lo ha ameritado. Ojalá que el próximo Día de La Raza, ya tengamos sólidas razones para empezar a festejar en todos los laboratorios marinos del país.

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