jueves, 5 de mayo de 2022

Respondiendo a una pregunta que no me han hecho

 

 

Buque oceanográfico mexicano. Una referencia no muy lejana (foto: ElPaís.cr)


 

Bien sabemos, o, al menos deberíamos saber, que las ideologías y cualquier corriente política poco o nada tienen que ver con el determinismo de la naturaleza y sus mecanismos, esos que actúan articuladamente para estructurar los ecosistemas naturales; lo que, en dos palabras, podríamos resumir como energía y biodiversidad.

Este axioma debería ser el telón de fondo de cualquier diseño, en nuestro caso, de las políticas pesqueras del país y de la delineación de sus acciones respectivas, dado que se trata del aprovechamiento duradero de ecosistemas naturales para beneficio de la gente, en función de la mejor evidencia científica. Quizás, precisamente persuadidos de esta necesaria premisa, cada nueva autoridad que asume la conducción del sector (suceso que se produce con excesiva frecuencia, en un ente público que, por su propia índole, debe manejar procesos de largo plazo), cada nuevo ministro, decíamos, se acerca discretamente a personas e instituciones que tienen trayectoria en el sector, pero que son alérgicas a la contaminación ideológica de lo que debería ser concebido y administrado objetivamente y de manera técnica. He sido testigo directo de estos acercamientos, que, tristemente, debo decir, han sido efímeros e improductivos, pues, hasta el presente, la gestión pesquera ha estado signada por criterios puramente extractivistas, de incremento de las capturas y de la generación de divisas. Estos criterios no son necesariamente malos y descartables, pero su lugar en las escala de prioridades debe ser otro y por debajo de la sostenibilidad de los servicios ecosistémicos de los ambientes acuáticos y de la atención de la enormes carencias nutricionales de la población, entre otros.

Creo que hoy, ante la eventual posibilidad de un nuevo giro en la gestión del sector pesquero y de la acuicultura del país, no debo llenar otra vez estas líneas con las «patas que se han metido» con, por ejemplo, la sardina, el tajalí, los pepinos de mar, la infraestructura pesquera, la industria transformadora… los horrorosos índices de desnutrición infantil… Prefiero entonces, retomando el trabajo hecho hace un par de años por un grupo de colegas sensibles, pero, sobre todo expertos, volver a poner a disposición de la ciudadanía un plan  de acción estructurado sobre las prioridades de aquel momento. Ese plan, con los ajustes necesarios, que, a la sazón, modestamente y con total honestidad de propósito propusimos, conserva hoy su absoluta e inquietante vigencia. He aquí, pues, el esbozo de la respuesta a una pregunta que aún no ha sido formulada:

https://pescandoelcambiove.blogspot.com/2019/02/enlapescairemosbien.html

Un detalle más: la implementación de un tal plan, o de cualquier otro, ojalá mejorado, requiere, obviamente, de profesionales, de equipamiento, de instalaciones, de logística… Eso lo sabemos todos, y más un ministro… un ministro que seguro tampoco desconoce, por ejemplo, el estado del Instituto Oceanográfico de Venezuela, los salarios de sus propios técnicos y los de los profesores e investigadores que aún permanecen es sus laboratorios y las condiciones del instrumental científico y de la flota oceanográfica de Venezuela. 

La pesca, su gestión, su condición de factor pertubador de ciertos hábitats, su impacto en las poblaciones humanas que de ella se sirven, sus beneficios sociales y económicos, todo eso constituye un sistema de interaciones, que, como los naturales, debe permanecer en equilibrio si pretendemos su sostenibilidad.

 

Leyendo, analizando y comentando

Algo personal...

  En mejores tiempos, Estación de Investigaciones de Margarita, EDIMAR de la Fundación La Salle, a la izquierda, y fachada del Instituto Oce...

Te interesa