viernes, 10 de julio de 2020

El futuro ya no es lo que era



La frase completa de Paul Valéry es: “El problema de nuestros tiempos, es que el futuro ya no es lo que solía ser”. Y si a esta sutil ironía de Valéry le sumamos el penetrante sarcasmo de Winston Churchill, cuando dijo “El pronóstico es un arte difícil… especialmente cuando se trata del futuro”, obtendremos un perfecta calificación de esta época que nos tocó.


Hubo tiempos mejores, en los que vivíamos despreocupadamente bajo el convencimiento del carácter inagotable de los dones del planeta. Mejores, porque la humanidad sólo se concentraba en optimizar los métodos de explotación de los recursos naturales, sabiéndolos (creyéndolos) infinitos; percepción esta que se extendió incluso hasta bien entrado el siglo XX. 


Ya conocemos lo que pasó después; lo que está pasando ahora y el calibre de sus consecuencias. Administrar pues hoy recursos naturales bajo aquellas premisas anacrónicas, enfocadas sólo en el incremento de la producción, no es nada más ignorancia; es irresponsabilidad e ineptitud. 
  

Y cuando nos referimos a nuestro tema específico, la pesca (sensu lato), efectivamente constatamos rápidamente que el pronóstico es un arte difícil. Hace mucho rato que sabemos que la administración pesquera no es un tema de ‘poder de pesca’. Ni siquiera se trata sólo de ‘Máxima Captura Sostenible’. El reto, en todo caso, es lograr una gestión que para ser óptima, debe, sí, procurar capturas importantes, pero sobre todo, debe contar con la opinión de los científicos sobre cómo capturar lo máximo posible (no necesariamente ingente), con el menor impacto aceptable. Es así como se compone el concepto de sostenibilidad, que, por supuesto, no es fácil, como tampoco lo es entender las complejidades de un sistema natural bajo explotación, en términos de biodiversidad, hábitat y rentabilidad social a largo plazo, en el futuro…el de Valéry y Churchill.


Por eso, a cada quien su trabajo; a cada quien su responsabilidad: el deber del Estado es propiciar el mantenimiento de las series temporales estadísticas. El deber de la comunidad científica es servirse de ellas, identificar variables pertinentes y diseñar nuevas series. El deber del administrador es emplear las tendencias observadas, para ajustar los dispositivos de regulación. 


Ese es el deber, o sea, esa es la obligación moral y debería ser la obligación legal. Pero aquí el Estado, o lo que va quedando de él, a punta de discursos en los que pretende vender una ilusión autárquica, apenas impulsa deficiente y espasmódicamente aumentos a troche y moche de la producción agrícola, que sin embargo ha sido tremendamente insuficiente (Encovi 2020). 


Es triste, abismalmente triste, que –empleando la jerga de los economistas- la variable de ajuste más “exitosa” para paliar las carencias, ha sido la expulsión de cerca de 5 millones de venezolanos de su tierra. Es por eso, paciente lector, que el déficit para satisfacer los requerimientos poblacionales de consumo de recursos vivos acuáticos no es más profundo. Es por eso que las supestas  200 mil toneladas anuales declaradas a la FAO “rinden” en un país también demográficamente deprimido, que hace no mucho tiempo, cuando creíamos tener el futuro asegurado, producía 500 mil toneladas cada año.





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