viernes, 3 de agosto de 2018

Evaluación de los stocks pesqueros en Venezuela: recuerdos del futuro.



 
François Gerlotto. Foto: snp.org.pe
Cita para el Dr. François Gerlotto (en la foto): “Los logros en el ordenamiento pesquero, han contribuido a la sostenibilidad de los recursos”… en Perú…


Hacia mediados de la década de los setenta, una, podríamos decir, cortés diatriba confrontó a dos instituciones científicas del oriente de Venezuela. Así lo relata el Dr. Gerlotto, testigo y, a la postre, árbitro de alguna manera en medio de la vieja querella: “El stock sardinero era el objeto de una viva polémica entre la Fundación La Salle (FLASA) y la Universidad de Oriente (UDO). Para la FLASA, el stock, que producía unas 50 mil toneladas anuales, estaba muy subexplotado. Esta hipótesis se sustentaba en estudios de productividad y campañas de pesca de arrastre demersal que mostraban que la región podría soportar un stock pelágico capaz de producir 200 mil toneladas anuales”. 

“Para la UDO -continua Gerlotto- que sustentaba sus afirmaciones sobre datos de pesca, el stock estaba, al contrario, sobreexplotado, dado que los rendimientos disminuían. El hecho es que las estadísticas de pesca eran de muy poca confiablidad (inciso mío: hay cosas que no han cambiado desde entonces), y cualquier conclusión hubiera sido precipitada. Es así que la FLASA decidió entonces hacer campañas de evaluación por ecointegración”.


Aquí pues el origen de la iniciativa que introdujo al acústica pesquera en nuestro país. El Dr. Gerlotto fue requerido por el Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD, por sus siglas en francés) para viajar a Venezuela y emprender la idea del Hermano Ginés de hacer las evaluaciones de biomasa íctica (de peces) que zanjarían el diferendo, al tiempo de formar a un grupo de venezolanos en estas técnicas actuales de las Ciencias Pesqueras.
 
El arranque fue en firme: se acometieron las primeras campañas de prospección, a bordo del icónico Buque Oceanográfico (B/O) “La Salle”, que recorrió las aguas del Golfo de Venezuela y del oriente del país, concentrándose especialmente en estas últimas, asiento del polémico stock de sardina. 


A lo largo de los ochenta y principios de los noventa, las campañas del B/O “La Salle” fueron seguidas por una serie de cruceros oceanográficos a bordo de los buques franceses “Capricorne”, “André Nizery” y “Antea”, además del B/O “Fridtjot Nansen” de bandera noruega. Esta serie logró cuantificar la biomasa pesquera en 1,4 millones de toneladas, de las cuales alrededor de 700 mil correspondían a la sardina. En todo caso, siempre, y en cada una de esas operaciones, hubo participación de técnicos venezolanos que, a partir de 1995, en el marco de un sistema internacional de laboratorios de Acústica Pesquera, la Red Acústica del Caribe (RAC), asumieron autónomamente la continuación de la serie de evaluaciones de biomasa, ahora a bordo del recién adquirido B/O “Hermano Ginés”, cuyo diseño previó desde el astillero mismo, la instalación de un laboratorio de Acústica, además de los tradicionales de levantamiento de variables físicas y químicas del agua marina.

La Red Acústica del Caribe logró reunir en múltiples eventos a 11 laboratorios de Venezuela, Francia, Cuba, España México, Costa Rica, Colombia y EE.UU y contar con el apoyo técnico y didáctico de investigadores de enorme notoriedad mundial, como Émile Marchal, John Simmonds, Kiel Olsen, David Maclennan y François Gerlotto, los dos últimos 4to y 5to de pie y de izquierda a derecha en esta imagen.   


Con el apoyo del Servicio Autónomo de Pesca (SARPA) de la época y de la Unión Europea, la serie a bordo “del Ginés” permitió verificar las cifras de evaluaciones precedentes, situándola en cerca de un millón de toneladas de sardina, además de comprobar la estabilidad temporal de esta biomasa, bajo un régimen de extracción de alrededor de 150 mil toneladas anuales.

Hubo pues buenas noticias: ¡los de La Salle habíamos ganado! El stock sardinero estaba sano.

Las malas noticias, lamentablemente fueron más pródigas en lo sucesivo: las capacidades técnicas a bordo y en tierra que pensábamos consolidadas solo lo estaban en apariencia. Las campañas de Acústica para el control de la biomasa se espaciaron en el tiempo, mientras que, por otro lado, colegas del Proyecto CARIACO registraban ciertas señales de anomalías climáticas en el hábitat de la sardina, cuyas capturas  iban en aumento, gracias a un esfuerzo pesquero creciente. Se estaba conformando un coctel para el colapso del recurso, en tanto que las capacidades técnicas y logísticas para abordar el problema se degradaban progresivamente, en medio del marasmo oficial por parte de las instituciones el Estado responsables del sector.


En 2005-2006, la sonda acústica científica a bordo del B/O “Hno. Ginés” llegó al final de su vida útil. Solo en 2009, en un amago para la actualización de la biomasa, el Instituto de Pesca (INAPESCA) en un proceso burocrático que tomó varios años, adquirió una sonda científica portátil (que solo sirvió una vez desde entonces hasta hoy). Ese año, por fallas del motor principal del B/O, la precisión de la cuantificación de la biomasa no fue la deseada, pero nos permitió registrar un descenso evidente de al menos 70% en la cantidad de sardinas, coincidente con la caída anual de las capturas en más o menos la misma proporción.
 
Desde entonces, el aprovechamiento del stock sardinero se hace a ciegas, como a ciegas parece conducirse la “gestión” pesquera nacional y sus instituciones, para quienes La Providencia tiene la responsabilidad de la administración de los recursos del país, a decir de sus propios gobernantes.

Terminamos esta crónica como la empezamos: la frase inicial de François Gerlotto que encabeza este escrito, luego de los denodados esfuerzos de este colega en Venezuela, debería referirse a nosotros; debería pertenecernos… pero no es el caso. Es el caso de Perú, país que basa su ordenamiento pesquero en la evaluación acústica permanente de sus recursos pesqueros; país que sí asumió con solvencia, los preceptos del científico francés y los de sus propios técnicos locales, formados en la constancia, en la modernidad y en el auténtico significado de la palabra “sostenibilidad”, que tan bien resuena en algunos discursos estentóreos de por estos lados. 

He aquí pues otro proyecto frustrado por la indolencia. Otra ruta bloqueada por la ineptitud. Otro recurso esencial en riesgo por la irresponsabilidad. Otra tarea a asumir en el gigantesco conjunto de deberes pendientes para construir un país funcional.    
   
El Dr. Gerlotto permaneció 5 años enteros entre nosotros, asentado en la isla de Margarita. Allí labró su afecto, que aún perdura 33 años después, por la gente de esta tierra y de este mar. Un montón de años en los que no ha parado de absorber con fruición la cultura latinoamericana. No dudo entonces de que François conocerá la frase de la expresiva canción de Fito Páez que reza: “Quién dijo que todo está perdido…”
 


 
 


Leyendo, analizando y comentando

Algo personal...

  En mejores tiempos, Estación de Investigaciones de Margarita, EDIMAR de la Fundación La Salle, a la izquierda, y fachada del Instituto Oce...

Te interesa