miércoles, 25 de octubre de 2017

Sardina: 20 mil toneladas más en 2015. ¿Es eso una buena noticia?


Así titulé un artículo publicado en la revista COFA de marzo 2016, en reacción a la noticia del INSOPESCA (Instituto Socialista de la Pesca y la Acuicultura) del incremento interanual de 20 mil toneladas para las capturas de sardina, entre 2014 (38.380 t) y 2015 (58.347 t).

Para 2016, aunque no hemos tenido confirmación formal del dato, las capturas podrían estar cercanas a las 62 mil t, totalizando los desembarques de los estados Sucre y Nueva Esparta.
¿Significa esto una recuperación? Veamos.

Si tomamos en cuenta que que las capturas de este pez estuvieron alrededor de las 150 mil toneladas anuales durante los 90 y hasta 2004 (año excepcional con capturas de 220 mil t), y sabiendo que las capturas atribuidas a Sucre se han mantenido en un promedio de 40 mil t para ese mismo periodo, es fácil inferir la importancia de la contribución de Nueva Esparta en los totales anuales.

Lo cierto es que esta contribución de Margarita y Coche, prácticamente desapareció en años recientes, en un contexto de ruptura de la ciclicidad climática, según se describe en una entrega anterior de este mismo blog (Sardina: la tormenta perfecta).

Así, es un hecho que, más allá de la disminución neta de la abundancia de sardina, este pez "simplemente se perdió" de las costas margariteñas, como resultado de un reacomodo espacial provocado por la disminución de la intensidad de la surgencia, que hasta hace muy poco configuró la anomalía climática referida.

En el marco de esta anomalía, las aguas frías, favorables a la presencia de sardina, se focalizaron en áreas relativamente pequeñas, cercanas a la costa de Sucre, permitiendo, probablemente, las capturas excepcionales de 2004 y quizás igualmente un repunte del orden de 20-30 mil t en 2015 y 2016.

Una circunstancia comparable tuvo lugar en Perú, cuando la ocurrencia de El  Niño, de particular intensidad en 1999, generó altas densidades de peces en áreas muy cercanas a la costa, sobre parches de agua fría reducidos en extensión por efecto del debilitamiento de las corrientes frías, propiciando, de este modo, capturas extraordinariamente altas de la anchoveta peruana para ese año.

En nuestra circunstancia venezolana esta hipótesis parecería corroborarse, dado que las mermadas capturas posteriores a 2004, se han dado preferencialmente en aquellos sitios donde la surgencia menguada permite, sin embargo, la accesibilidad al recurso pesquero para las artes activas de tipo red de jareta o "máquina de argollas"; artes estas que son de uso común en Sucre e inexistentes en Nueva Esparta.  


Como decíamos al comienzo de esta nota, ha habido un modesto repunte de cerca de 20 mil toneladas a partir de 2015, gracias, en parte, a la reaparición de la sardina en las costas de Margarita, que ha coincidido con un aparente regreso a años "climáticamente normales" con ciclos de vientos y aguas frías cercanos a los promedios históricos. Este regreso a la normalidad lo refieren los colegas que han seguido la evolución ocenográfica de la región, objetivo del Proyecto CARIACO, y que han logrado hacer algunas mediciones recientes, a pesar del casi desmantelamiento del Proyecto, dada la carencia de apoyo oficial para estas investigaciones científicas... dicho sea de paso...


Este reciente aumento de las capturas, sobre un recurso pesquero que presumimos cercano al colapso, sugiere varios escenarios; varias preguntas son pertinentes:
1. ¿Hay más sardina ahora? En cuyo caso se podría inferir un proceso de recuperación de su biomasa.
2. ¿La biomasa es la misma, pero es más accesible? Se trataría entonces de un reacomodo de la sardina en sus áreas de distribución y no de una recuperación.
3. ¿Hay menos biomasa, pero esta es más accesible? Si es así, estaríamos profundizando el colapso.
4. ¿Se pesca más porque hay más esfuerzo de pesca? Si este es el caso, con una biomasa disminuida, estaríamos también profundizando el colapso.
5. ¿Ha habido un icremento de la biomasa, pero está distribuida fuera del alcance de los pescadores? Este sería el escenario más favorable, a condición de establecer y respetar los niveles adecuados de captura; pero la curva de más abajo pareciera alejarnos de un tal escenario.

Datos estimados a partir de varios estudios, especialmente de las series de evaluaciones por acústica pesquera, logradas en cooperación IRD (Francia), SARPA (Gobierno venezolano) y VECEP (Unión europea). La última evaluación real en campo, fue un evento puntual en 2009.

Cada una de las preguntas anteriores es, en sí misma, una hipótesis que habría que verificar o rechazar a través de estudios sistemáticos, por lo que la evaluación de la biomasa actual  -conocer el inventario-, y la determinación de su distribución en las aguas del oriente venezolano, son apremiantes, así como lo es el seguimiento de estas variables, de manera de poder discernir la evolución del recurso sardinero y su reacción a la presión pesquera que sobre él se aplique. 

Mientras tanto, nos llega la noticia de que el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES en inglés), recomienda suspender completamente y por 15 años la pesca sardinera en Portugal, como medio para poder recuperar este recurso y evitar su colapso total.

Dada la información con la que hoy contamos en relación a nuestra propia realidad pesquera, se impone que nos veamos en ese espejo portugués y que, sobre todo, actuemos en consecuencia. 

Así que, por ahora, 20 mil toneladas más de sardina, no son necesariamente una buena noticia... de hecho, pudiera ser más bien todo lo contrario. 

 

sábado, 14 de octubre de 2017

Déliquescence: disolución, decadencia, degeneración, decrepitud...

 
Caracas, 19 de abril de 2017 (zocalo.com.mx)



Estimado Sr. Villemonteix,


En primer lugar mi agradecimiento por la preocupación que la profundidad de su análisis deja traslucir, y que no puede ser sino la consecuencia de un afecto genuino por esta Tierra de (des)Gracia, afecto que no le impide reflexionar desapasionada y objetivamente. 


Yo, originario y habitante de este país, y, por lo tanto, víctima directa, material y sentimental, de sus tribulaciones, no me siento capaz de despojar lo que escribo de una pasión que, seguramente y en alguna medida, contamina mis opiniones.


Y justamente aquí es de dónde nace una primera pequeña diferencia con sus apreciaciones: la muerte absurda y frecuente de los ciudadanos en manos de las fuerzas armadas (las minúsculas son intencionales); o por desatención médica o por carencia de medicinas y alimentos; el desmembramiento de decenas de miles de familias de todos los segmentos sociales -no solamente de clase media o alta- generado por la diáspora de 2 millones de connacionales, 85% de ellos menores de 40 años; el dolor y la angustia vivos en las calles, en la piel de quienes comen de la basura y en la de quienes hacemos algún esfuerzo fútil por querer aliviarlo…todo eso y más, no puede ser abordado desapasionadamente.

La indignación y la rabia han probado ser más poderosas que la fe moviendo montañas. La indignación y la rabia nos impulsan a preguntarnos “¿cómo pudimos llegar a esto?” y para esa pregunta han surgido respuestas. Algunas de ellas necesariamente hurgan en  el origen de todos estos males.


Y aquí mi segunda pequeña diferencia: nunca vi en el chavismo ambiciones justicieras. Este movimiento debutó en sociedad con un golpe de Estado (1992), en el que murieron decenas de personas en aras y como consecuencia de un absurdo, de una felonía. Luego, como partido político, se inauguró como poder formal en 1999, mientras decenas de miles morían arrastrados por un deslave, en medio de la desatención del presidente (vuelvo con las minúsculas) ocupado en hacerse aprobar una constitución personalista y repleta de ambigüedades. 

Poco después, al año siguiente, las primeras acciones concretas “en favor del pueblo”, se iniciaron con el “Plan Bolívar 2000”, que entregó, por primera vez (ya vamos por el tercer o cuarto episodio similar), la comercialización y distribución de alimentos a los militares, con negociados ilícitos, importaciones irracionales y beneficiarios seleccionados con criterios políticos.


Es así que, si bien es verdad que la Revolución Bolivariana (sufro con las mayúsculas), supo identificar los problemas ingentes de la sociedad, lo hizo como mecanismo de chantaje, prometiendo igualdad y dando algunas señales de que ella era posible (vivienda, subsidios directos, gasolina y electricidad ridículamente baratos), solo para luego asegurar su permanencia el poder gracias a las esperanzas del pueblo que tuvo algunas “muestras gratis” de que esas esperanzas podrían efectivamente estar fundadas. Muestras gratis ahora inexistentes, luego de agotar irresponsablemente un millón de millones de dólares provenientes en buena parte de un precio de más de 100 dólares por barril de petróleo, durante una coyuntura temporal, infortunadamente, demasiado larga.


Desde 2002 y hasta esta fecha, un desatinado control cambiario ha puesto, siempre en manos de los militares, la potestad de manejar a conveniencia de un puñado de ellos y sus asociados, la extravagante diferencia de 3000 veces entre la tasa de dólar oficial y la que determina hoy el mercado negro.  


Visto el proceso y visto los resultados, amigo Villemonteix, queda muy claro que la ideología oficial y los valores que ella preconiza, además de sus enemigos declarados (derecha, imperio norteamericano), son apenas hoy el  débil asidero ante la patada que la historia dará, esperemos, a sus pretensiones de permanencia y/o impunidad.


Efectivamente la pesca venezolana es una buena vitrina del comportamiento de cualquier otro sector económico y social del país, y he aquí otro ejemplo:


¿Por qué ha caído la producción agrícola de los rubros principales (arroz, maíz, azúcar, carne, leche...) a menos del 30% de los requerimientos del país, cuando hace pocos años éramos autosuficientes y/o excedentarios? Porque con un dólar artificial y enormemente sobrevalorado, la importación se convirtió en el mejor negocio del mundo, sobre todo cuando el importador y el que asigna los dólares a tasa preferencial son la misma persona…el mismo grupo.


Todo Villemonteix, cada aspecto de la vida cotidiana, nimio o trascendente, está regido por las fuerzas de las comisiones, la “coima”, la “mordida”, el “cuánto hay para eso”… pot-de-vin, dit-on en français? Mecanismo este que ha florecido como medio para acceder a las divisas a tasas preferenciales y a toda la cadena coligada de importación con sobreprecios, falsos aduaneros y ventas en el país con ganancias deformadas por el diferencial cambiario.


Este es un sistema profundamente corrupto desde su primer día y antes, que inexorablemente ha derivado en la degradación de todo, en la ruindad de la gente y ahora, como sello, esperemos final de esta locura, en la infamia del narcotráfico, depravando desde el otrora humilde pescador, hasta los figurones más connotados del poder oficial.


Al final, usted se dará cuenta, terminé narrando realidades, pero quizás con demasiados adjetivos cargados de pasión. No se puede menos Monsieur Villemonteix: la “malédiction” y la “déliquescence” que usted mismo emplea para describir correctamente a nuestro país de estos días, son términos que nos obligan a reaccionar con ardor para recuperar y superar a aquella Venezuela que usted conoció… demasiado desorden tropical, demasiado imperfecta, sí, pero donde la justicia social era una pretensión lejana pero real; donde éramos relativamente felices pues era válido soñar y pretender.


Merci encore, 


Pepe Cárdenas

viernes, 6 de octubre de 2017

Sardina: la tormenta perfecta



La expresión “tormenta perfecta” ha sido acuñada, últimamente, para describir una situación de gravedad generada por la actuación simultánea de todos los factores que conforman tal situación y que contribuyen, al unísono, para que sus consecuencias sean de extrema severidad. 


Tal es la expresión que emplea Digna Rueda para referirse al estatus actual del recurso sardinero del oriente venezolano, en su reciente disertación ante la Universidad del Sur de Florida, con la cual ha obtenido su doctorado en Ciencias Marinas.

La doctora Rueda recoge en su trabajo, resultados propios y de otros colegas que, en los últimos años, han venido adelantando hipótesis explicativas del evidente colapso, ya inocultable, de las pesquerías de sardina en el sistema de surgencia de la plataforma oriental venezolana, asociado a la dramática disminución de la biomasa sardinera, disminución esta varias veces reportada en diversos artículos técnicos, periodísticos y divulgativos.

¿Cuáles son entonces esos factores que combinados configuran la tormenta perfecta?



Como ya sabemos, la presencia de la sardina (Sardinella aurita) y otros pequeños peces pelágicos en las aguas venezolanas, está relacionada a la ocurrencia del fenómeno de surgencia que se manifiesta, principalmente en la plataforma continental oriental del país,  por el ascenso de aguas profundas, frías y con una alta carga de nutrientes. Esta fertilización y enfriamiento de las aguas superficiales desencadena una alta productividad en esta región, una de cuyas expresiones es, precisamente, la abundancia de sardina, especie que aprovecha las elevadas cantidades de plancton y  las bajas temperaturas.


El color morado en el mar, en la foto satelital de Sucre y Nueva Esparta, es indicador de aguas frías y productivas que ascienden de la profundidad, gracias al viento. A este fenómeno se le llama "surgencia".
Según han reportado últimamente diversos investigadores y es confirmado por Rueda, en años recientes se ha registrado una sucesión de ciclos anómalos caracterizados por surgencias débiles, producto de una reducción de la intensidad del viento, y, por ende, una disminución del arrastre del agua por efecto del viento. La primera consecuencia de esta anomalía, es la mengua de la intensidad de la surgencia y, por tanto, de la cobertura de aguas frías y fértiles. 

Esta nueva realidad ambiental trae entonces como consecuencia las siguientes secuelas:
  • Como se ha señalado, la distribución espacial de la sardina está ligada a la surgencia, pero, esta influencia  es aún mayor en ausencia de surgencias de alta intensidad. Tal influencia se ha puesto en evidencia con un aumento de la presencia de sardina en aguas muy próximas a la costa, asociada a los puntos donde la surgencia, a pesar de su debilidad, se manifiesta con mayor fuerza. Como consecuencia de lo anterior, la sardina es más fácil de pescar. En corroboración de lo anterior, Digna Rueda constata que los desembarques de este pez se incrementaron precisamente en 1998 y en 2004, dos años en los que la temperatura superficial del mar fue más elevada.
    Evolución de las capturas de sardina, desde 1998, hasta el año pasado. Destaca el dato para 2004, cuando las captura superó en casi 100 mil toneladas las capturas promedio de los años 90.
Estos casos de redistribución espacial han sido reportados para poblaciones de otras especies similares de pequeños peces costeros, según lo reporta Rueda. Así, “durante eventos de calentamiento de las aguas, la sardina pilchardo de Namibia se restringe a pequeñas áreas adyacentes a la costa donde permanecen algunos focos localizados de agua fría. En Perú, la sardina del Pacífico se encuentra en aguas costa afuera durante la surgencia invernal y, cuando ocurre el calentamiento asociado a El Niño, esta sardina migra hacia la costa. En California, la sardina se comprime a lo largo de la costa durante el verano (cuando no hay surgencia), mientras que, cuando la surgencia se activa, se le localiza en aguas costa afuera”.
  •  Otro factor a tener en cuenta, y que añade su efecto perjudicial sobre las condiciones actuales del recurso sardina, es que durante  y después de periodos de condiciones anómalas, las condiciones ambientales para la reproducción de la sardina pueden verse afectadas, en razón de la alteración en cantidad y calidad de alimento requerido por los pececs para su reproduccion y para la supervivencia de las larvas, lo cual se traduce en un impacto negativo para la incorporación de nuevos peces.
En resumen, observamos que la disponibilidad de sardina para pescador se incrementa como resultado del comportamiento del pez ante el calentamiento del agua, que es producto de la anomalía (¿que es, a su vez, consecuencia del cambio climático?); es decir, que puede haber más capturas en periodos de condiciones ambientales desfavorables por efecto de una concentración de peces cerca de la costa, donde los cardúmenes son más vulnerables, por lo que la posibilidad de pescar más de lo debido (sobrepesca) se incrementa. A este riesgo se agrega, además, la afectación de la abundancia de la población de peces, debida a la escasez de alimento para ellos. 


Así, la persistencia de las condiciones adversas descritas, como consecuencia de la alteración de los ciclos climáticos anuales en promedio normales, pueden conducir, y de hecho han conducido, al colapso de la pesquería e, inevitablemente, a sus consecuencias negativas sobre la cadena de valor y bienestar socioeconómico, para la cual la sardina ha sido sostén durante las décadas pasadas.


Si bien las razones fundamentales que producen esta situación indeseada no las podemos controlar (fenómenos naturales), hay otras variables que sí son susceptibles de ser manejadas a objeto de generar dispositivos administrativos pertinentes (montos de capturas, vedas espaciales y/o temporales) que ayuden a minimizar el impacto de las variables no controlables y permitan diseñar la gerencia de crisis que desde hace tiempo se amerita, dada la clara tendencia hacia la baja de las capturas registrada desde hace más de una década,  para el que hace no mucho tiempo fue el recurso pesquero más importante del país.

La medidas actuales de veda y tamaño mínimo de captura son, en principio, convenientes, pero hay indicios de que requieren ajustes. Por otro lado, la información disponible hoy sugiere que las capturas de los últimos años son excesivas. 
En pocas palabras: sin haber hecho los estudios necesarios -que están pendientes desde hace 10 años- es un error seguir pescando sardina de la manera como lo estamos haciendo en la actualidad.








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