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En principio, sí: se trata de personas. Pero, decir que
todos los náufragos son iguales es como decir que todos los naufragios también
lo son.
Creo que ni siquiera vale como un
tema para polemizar, pues, una vida humana es absolutamente igual a otra vida
humana; la de un magnate gringo que huye de su rutina, o la de un africano
pobre que huye de su miseria. Lo que sí pueden ser muy diferentes son las
maneras como esas vidas humanas llegan a su fin… las circunstancias que hacen
que se terminen sus existencias.
Para muestra, el terrible botón
de los, hasta ahora, 82 náufragos paquistaníes y sirios en aguas griegas y de
los 5 del submarino Titán.
Estos trágicos hechos han
desatado una tormenta no meteorológica, sino mediática en la que se contraponen
los vientos de los que claman que los millonarios a bordo del submarino sabían
en lo que se metían (literal y figuradamente), y que, por tanto, los ingentes
esfuerzos de búsqueda y salvamento para rescatarlos han debido ser dirigidos,
más bien, a los desafortunados viajeros del Mediterráneo. Unos califican al
naufragio del Titán como el resultado de una aventura caprichosa fallida y
otros juzgan el desastre del pesquero del mar Jónico como el naufragio de la vergüenza.
Quizás todos tengan razón. Quizás
las sensibilidades se exacerban por el desigual despliegue de medios y labores
de rescate en cada caso, pero, aquí en nuestro patio, pocos se acuerdan, y menos
son objeto de menciones en las RRSS, los muchos marinos y pescadores que han
naufragado en los mares venezolanos y las decenas de vidas perdidas en nuestras
aguas. Hoy, 22 de junio, nada se sabe aun de tres pescadores de la costa
central del país, que, muy probablemente forzados por las circunstancias harto
conocidas, fueron a hacer transbordo de su captura en mar afuera; demasiado
afuera para un pequeño bote no apto para navegación de altura, propulsado por
un motor con un combustible de quién sabe qué calidad, trasegado de quién sabe
qué manera. Sé bien que el origen que aquí señalo de este particular caso de los
pescadores de Choroní puede ser especulativo; pero también sé que no es ninguna
locura quimérica pensar que algo así ha podido ser y ha sido la causa de no
pocos naufragios muy cerca de nuestras costas. Está claro, y así lo ha dicho el INEA (Instituto NAcional de los Espacios Acuáticos; Venezuela) repetidas veces, muchos de estos desastres han podido evitarse y son evitables.
Al final, lo que quiero tratar de
decir es que, en numerosas ocasiones, el motivo de los naufragios no debe buscarse a
bordo o en el sitio del suceso. Con demasiada frecuencia, la causa de estos
siniestros está tierra adentro… en Islamabad, en Damasco, en Puerto Príncipe,
en Alepo, en La Habana… en Caracas…
Excelente escrito, mucho para reflexionar. Gracias
ResponderEliminarAs always to the point! And to the heart!
ResponderEliminarCongrats bro!