La expresión “tormenta perfecta” ha sido acuñada,
últimamente, para describir una situación de gravedad generada por la actuación
simultánea de todos los factores que conforman tal situación y que contribuyen,
al unísono, para que sus consecuencias sean de extrema severidad.
Tal es la expresión que emplea Digna Rueda para
referirse al estatus actual del recurso sardinero del oriente venezolano, en su
reciente disertación ante la Universidad del Sur de Florida, con la cual ha
obtenido su doctorado en Ciencias Marinas.
La doctora Rueda recoge en su trabajo, resultados
propios y de otros colegas que, en los últimos años, han venido adelantando
hipótesis explicativas del evidente colapso, ya inocultable, de las pesquerías
de sardina en el sistema de surgencia de la plataforma oriental venezolana,
asociado a la dramática disminución de la biomasa sardinera, disminución esta
varias veces reportada en diversos artículos técnicos, periodísticos y
divulgativos.
¿Cuáles son entonces esos factores que combinados
configuran la tormenta perfecta?
Como ya sabemos, la presencia de la sardina (Sardinella aurita) y otros pequeños
peces pelágicos en las aguas venezolanas, está relacionada a la ocurrencia del
fenómeno de surgencia que
se manifiesta, principalmente en la plataforma continental oriental del
país, por el ascenso de aguas profundas,
frías y con una alta carga de nutrientes. Esta fertilización y
enfriamiento de las aguas superficiales desencadena una alta productividad en esta región, una de cuyas expresiones es, precisamente, la
abundancia de sardina, especie que aprovecha las elevadas cantidades de
plancton y las bajas temperaturas.
Según han reportado últimamente diversos
investigadores y es confirmado por Rueda, en años recientes se ha registrado
una sucesión de ciclos anómalos caracterizados por surgencias débiles, producto
de una reducción de la intensidad del viento, y, por ende, una disminución del
arrastre del agua por efecto del viento. La primera
consecuencia de esta anomalía, es la mengua de la intensidad de la surgencia y,
por tanto, de la cobertura de aguas frías y fértiles.
Esta nueva realidad ambiental trae entonces como consecuencia las siguientes secuelas:
Esta nueva realidad ambiental trae entonces como consecuencia las siguientes secuelas:
- Como
se ha señalado, la distribución espacial de la sardina está ligada a la
surgencia, pero, esta influencia es aún
mayor en ausencia de surgencias de
alta intensidad. Tal influencia se ha puesto en evidencia con un aumento de la
presencia de sardina en aguas muy próximas a la costa, asociada a los puntos
donde la surgencia, a pesar de su debilidad, se manifiesta con mayor fuerza.
Como consecuencia de lo anterior, la sardina es más fácil de pescar. En corroboración de lo anterior, Digna
Rueda constata que los desembarques de este pez se incrementaron
precisamente en 1998 y en 2004, dos años en los que la temperatura
superficial del mar fue más elevada.
Evolución de las capturas de sardina, desde 1998, hasta el año pasado. Destaca el dato para 2004, cuando las captura superó en casi 100 mil toneladas las capturas promedio de los años 90.
Estos
casos de redistribución espacial han sido reportados para poblaciones de otras
especies similares de pequeños peces costeros, según lo reporta Rueda. Así, “durante
eventos de calentamiento de las aguas, la sardina pilchardo de Namibia se restringe a pequeñas
áreas adyacentes a la costa donde permanecen algunos focos localizados de agua fría. En Perú, la sardina del Pacífico se encuentra en aguas costa afuera
durante la surgencia invernal y, cuando ocurre el calentamiento asociado a El Niño, esta sardina migra
hacia la costa. En California, la sardina se
comprime a lo largo de la costa durante el verano (cuando no hay surgencia),
mientras que, cuando la surgencia se activa, se le localiza en aguas costa
afuera”.
- Otro factor a tener en cuenta, y que añade su efecto perjudicial sobre las condiciones actuales del recurso sardina, es que durante y después de periodos de condiciones anómalas, las condiciones ambientales para la reproducción de la sardina pueden verse afectadas, en razón de la alteración en cantidad y calidad de alimento requerido por los pececs para su reproduccion y para la supervivencia de las larvas, lo cual se traduce en un impacto negativo para la incorporación de nuevos peces.
En
resumen, observamos que la disponibilidad de sardina para pescador se incrementa
como resultado del comportamiento del pez ante el calentamiento del agua,
que es producto de la anomalía (¿que es, a su vez, consecuencia del cambio climático?); es decir, que puede haber más capturas en periodos de condiciones ambientales desfavorables por
efecto de una concentración de peces cerca de la costa, donde los cardúmenes son más
vulnerables, por lo que la posibilidad de pescar más de lo debido (sobrepesca) se incrementa. A este riesgo se agrega, además, la afectación de la
abundancia de la población de peces, debida a la escasez de alimento para ellos.
Así, la
persistencia de las condiciones adversas descritas, como consecuencia de la
alteración de los ciclos climáticos anuales en promedio normales, pueden
conducir, y de hecho han conducido, al colapso de la pesquería e,
inevitablemente, a sus consecuencias negativas sobre la cadena de valor y
bienestar socioeconómico, para la cual la sardina ha sido sostén durante las
décadas pasadas.
Si
bien las razones fundamentales que producen esta situación indeseada no las podemos controlar (fenómenos naturales), hay otras variables que sí son
susceptibles de ser manejadas a objeto de generar dispositivos administrativos
pertinentes (montos de capturas, vedas espaciales y/o temporales) que ayuden a
minimizar el impacto de las variables no controlables y permitan diseñar la
gerencia de crisis que desde hace tiempo se amerita, dada la clara tendencia
hacia la baja de las capturas registrada desde hace más de una década, para el que hace no mucho tiempo fue el recurso pesquero más
importante del país.
La medidas actuales de veda y tamaño mínimo de captura son, en principio, convenientes, pero hay indicios de que requieren ajustes. Por otro lado, la información disponible hoy sugiere que las capturas de los últimos años son excesivas.
En pocas palabras: sin haber hecho los estudios necesarios -que están pendientes desde hace 10 años- es un error seguir pescando sardina de la manera como lo estamos haciendo en la actualidad.
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