Cita para el Dr. François Gerlotto (en
la foto): “Los logros en el ordenamiento pesquero, han contribuido a la
sostenibilidad de los recursos”… en Perú…
Hacia mediados de la década de los setenta, una, podríamos decir,
cortés diatriba confrontó a dos instituciones científicas del oriente de
Venezuela. Así lo relata el Dr. Gerlotto, testigo y, a la postre, árbitro de
alguna manera en medio de la vieja querella: “El stock sardinero era el objeto
de una viva polémica entre la Fundación La Salle (FLASA) y la Universidad de
Oriente (UDO). Para la FLASA, el stock, que producía unas 50 mil toneladas
anuales, estaba muy subexplotado. Esta hipótesis se sustentaba en estudios de
productividad y campañas de pesca de arrastre demersal que mostraban que la
región podría soportar un stock pelágico capaz de producir 200 mil toneladas
anuales”.
“Para la UDO -continua Gerlotto- que sustentaba sus afirmaciones sobre
datos de pesca, el stock estaba, al contrario, sobreexplotado, dado que los
rendimientos disminuían. El hecho es que las estadísticas de pesca eran de muy
poca confiablidad (inciso mío: hay cosas
que no han cambiado desde entonces), y cualquier conclusión hubiera sido
precipitada. Es así que la FLASA decidió entonces hacer campañas de evaluación
por ecointegración”.
Aquí pues el origen de la iniciativa que introdujo al acústica
pesquera en nuestro país. El Dr. Gerlotto fue requerido por el Instituto de
Investigación para el Desarrollo de Francia (IRD, por sus siglas en francés)
para viajar a Venezuela y emprender la idea del Hermano Ginés de hacer las
evaluaciones de biomasa íctica (de peces) que zanjarían el diferendo, al tiempo
de formar a un grupo de venezolanos en estas técnicas actuales de las Ciencias
Pesqueras.
El arranque fue en firme: se acometieron las primeras campañas de prospección,
a bordo del icónico Buque Oceanográfico (B/O) “La Salle”, que recorrió las
aguas del Golfo de Venezuela y del oriente del país, concentrándose
especialmente en estas últimas, asiento del polémico stock de sardina.
A lo largo de los ochenta y principios de los noventa, las campañas
del B/O “La Salle” fueron seguidas por una serie de cruceros oceanográficos a
bordo de los buques franceses “Capricorne”, “André Nizery” y “Antea”, además
del B/O “Fridtjot Nansen” de bandera noruega. Esta serie logró cuantificar la
biomasa pesquera en 1,4 millones de toneladas, de las cuales alrededor de 700
mil correspondían a la sardina. En todo caso, siempre, y en cada una de esas
operaciones, hubo participación de técnicos venezolanos que, a partir de 1995,
en el marco de un sistema internacional de laboratorios de Acústica Pesquera,
la Red Acústica del Caribe (RAC), asumieron autónomamente la continuación de la
serie de evaluaciones de biomasa, ahora a bordo del recién adquirido B/O
“Hermano Ginés”, cuyo diseño previó desde el astillero mismo, la instalación de
un laboratorio de Acústica, además de los tradicionales de levantamiento de
variables físicas y químicas del agua marina.
Con el apoyo del Servicio Autónomo de Pesca (SARPA) de la época y de
la Unión Europea, la serie a bordo “del Ginés” permitió verificar las cifras de
evaluaciones precedentes, situándola en cerca de un millón de toneladas de
sardina, además de comprobar la estabilidad temporal de esta biomasa, bajo un
régimen de extracción de alrededor de 150 mil toneladas anuales.
Hubo pues buenas noticias: ¡los de La Salle habíamos ganado! El stock
sardinero estaba sano.
Las malas noticias, lamentablemente fueron más pródigas en lo sucesivo:
las capacidades técnicas a bordo y en tierra que pensábamos consolidadas solo
lo estaban en apariencia. Las campañas de Acústica para el control de la
biomasa se espaciaron en el tiempo, mientras que, por otro lado, colegas del
Proyecto CARIACO registraban ciertas señales
de anomalías climáticas en el hábitat de la sardina, cuyas capturas iban en aumento, gracias a un esfuerzo
pesquero creciente. Se estaba
conformando un coctel para el colapso del recurso, en tanto que las
capacidades técnicas y logísticas para abordar el problema se degradaban progresivamente,
en medio del marasmo oficial por parte de las instituciones el Estado
responsables del sector.
En 2005-2006, la sonda acústica científica a bordo del B/O “Hno.
Ginés” llegó al final de su vida útil. Solo en 2009, en un amago para la
actualización de la biomasa, el Instituto de Pesca (INAPESCA) en un proceso
burocrático que tomó varios años, adquirió una sonda científica portátil (que solo
sirvió una vez desde entonces hasta hoy). Ese año, por fallas del motor
principal del B/O, la precisión de la cuantificación de la biomasa no fue la
deseada, pero nos permitió registrar un descenso evidente de al menos 70% en la
cantidad de sardinas, coincidente con la caída anual de las capturas en más o menos
la misma proporción.
Desde entonces, el aprovechamiento del stock sardinero se hace a
ciegas, como a ciegas parece conducirse la “gestión” pesquera nacional y sus
instituciones, para quienes La Providencia tiene la responsabilidad de la
administración de los recursos del país, a decir de sus propios gobernantes.
Terminamos esta crónica como la empezamos: la frase inicial de François
Gerlotto que encabeza este escrito, luego de los denodados esfuerzos de este colega
en Venezuela, debería referirse a nosotros; debería pertenecernos… pero no es
el caso. Es el caso de Perú, país que basa su ordenamiento pesquero en la
evaluación acústica permanente de sus recursos pesqueros; país que sí asumió
con solvencia, los preceptos del científico francés y los de sus propios
técnicos locales, formados en la constancia, en la modernidad y en el auténtico
significado de la palabra “sostenibilidad”, que tan bien resuena en algunos
discursos estentóreos de por estos lados.
He aquí pues otro proyecto frustrado por la indolencia. Otra ruta
bloqueada por la ineptitud. Otro recurso esencial en riesgo por la
irresponsabilidad. Otra tarea a asumir en el gigantesco conjunto de deberes
pendientes para construir un país funcional.
El Dr. Gerlotto permaneció 5 años enteros entre nosotros, asentado en
la isla de Margarita. Allí labró su afecto, que aún perdura 33 años después,
por la gente de esta tierra y de este mar. Un montón de años en los que no ha
parado de absorber con fruición la cultura latinoamericana. No dudo entonces de
que François conocerá la frase de la expresiva canción de Fito Páez que reza: “Quién
dijo que todo está perdido…”
En esos años estabamos construyendo país, con aciertos y tropiezos, más aciertos que tropiezos. Haciamos un futuro, pero con premeditacion y alevosía: "Llego el comandante y mando a parar" (Carlos Puebla)
ResponderEliminarGracias Pepe por tus palabras simpáticas (probablemente amplificadas por el tiempo) , y sobre todo por escribir esta « historia » de la acústica pesquera en Venezuela. Es cierto que el balance global muestra un fracaso claro, considerando que uno de los puntos claves del uso de esta disciplina es « continuidad ». Tu mencionas a los colegas peruanos, son hoy en día uno de los grupos mas adelantados del mundo, por dos razones : (1) empezaron a trabajar con acustica el los años 70 y no hubo discontinuidad en sus cruceros, lo que les procura una de las bases de datos mas importantes del mundo ; (2) se formaron y trabajaron desde el comienzo, sin parar (De hecho tú y yo aprendimos la acústica con documentos escritos sobre datos peruanos de los 70 : ¿recuerdas el « Fisheries Acoustics » de Johannesson y Mitson?). Esto hace que tienen un grupo fuerte que logró sobrevivir a todos los episodios complicados de la vida del IMARPE, y hoy en día la disciplina esta incluso presente en las empresas pesqueras.
ResponderEliminarPero tambien, como lo dices con razon, “Quién dijo que todo está perdido…” ? Lo acumulado en ciencia nunca se pierde, y tarde o temprano reaparece.
Haces referencia a la Red Acústica del Caribe (sin mencionar que eras co-fundador y presidente de la RAC, la cual tenia su sede en Margarita). Se habia creado para superar los puntos débiles de la acústica pesquera, tales como su alto costo; la vida relativamente corta de los aparatos; la dificultad de guardar a peritos en electrónica, debido a los bajos salarios en la investigación comparados con el sector privado; el tamaño reducido de los grupos locales; la necesidad de intercambios con la comunidad internacional y de financiamiento exterior, etc. Mirando a los resultados de la RAC, es triste observar que solamente dos de los paises miembros abandonaron la acústica: Cuba y Venezuela. Sera interesante algun día estudiar las razones de estos dos fracasos (mientras que México y Colombia, por ejemplo, ya usan de forma corriente la acústica pesquera y tienen vario équipos en el país), tarea que dejo a mis amigos latinoamericanos.
Gracias por tu reacción François. Este país, así como los del resto de la región, te deben mucho. Ojalá que el mío, Venezuela, pueda y sepa reivindicarte prontamente, y con ello recuperar el orden y las premisas científicos que deben ser referencia para la administración pesquera.
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